dos pozos sin fondo, con vistas al horizonte
de los incomprendidos.
Esos dos pequeños puntos negros
capaces de fumar la distancia en forma de billetes de tren.
Esa terrible forma de dar los buenos días
y curar cada herida
como si de un don natural se tratase.
Espejos de realidades inalcanzables,
por las que se podría recorrer el universo.
Reflejos de filias que antes consideraba fobias,
reflejos de historias nunca escritas.
Sus pupilas, aunque aparente, que están vacías.
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