Cristales en tu garganta,
afinando su puntería,
y la diana en mi espalda
empieza a estar carcomida.
Un día de estos el sol
saldrá desde tu esquina,
alumbrando el disparo final
que me deje malherida.
Cristales en tu garganta,
afinando su puntería,
y la diana en mi espalda
empieza a estar carcomida.
Un día de estos el sol
saldrá desde tu esquina,
alumbrando el disparo final
que me deje malherida.
Quise contarte de la tranquilidad de las mañanas,
al girar la cabeza y ver tu cara en la almohada,
de que solo tú, sobre mi piel,
consigas innumerables hazañas.
Quise contarte y se rompieron mis palabras,
buscando como expresar
lo que enseña tu mirada.