He sentido un golpe,
desde dentro,
tan fuerte, y a la vezdesde dentro,
tan placentero,
que me aterroricé.
Quizá no sea
más que la nada habitual,
pero por un segundo,
me gustaría soñar.
Se me acaban las palabras,
a la par que el tiempo,
pensando en ser la tirita
que el tsunami contenga
la espina
que al cactus redima,
la tormenta
que arregle su vida.
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