8.30.2016

Mascarada

En aquella fiesta de disfraces
solo una persona destacaba
su mirada refulgía
tras toda la parafernalia.
Ataviada con la más bella máscara
recorría toda la sala

todos los asistentes sonreían a la triste dama,
anfitriona delicada, musa en la orilla varada.
Por una noche el gris se esfumó,
en todo, el color brillaba.
Se sorprendió a si misma de verse
protagonista de tal increíble velada.
Por fin encontró la felicidad
que tanto tiempo hacía que buscaba.
De cada rincón, flores le regalaban,
y de cada boca, surgían dulces palabras,
todas sin excepción odas a sus hazañas,
todo versos de adiós, en ese funeral sin caras.

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