¿Como sé que fumarme no mata?
¿Como sé que juntarme con medicamentos no provoca efectos secundarios?
¿Como sé que si me bebes no me conducirás?
¿Como sé si no estoy caducada?
¿O si aprobé la última revisión del técnico?
Empiezo a descubrir que no sé nada sobre mí,
que quizás no estoy dermatológicamente testada,
y dudo que nueve de cada diez usuarios me recomienden.
Tampoco creo que mi teléfono de atención al cliente funcione.
Ni el Gobierno de España me avala,
ni la publicidad engaña sin la persona.
Claro que la culpa es soltera,
y no la quiere nadie.
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