10.19.2014

Cartas de despedida con olor

Llevaba demasiado tiempo sin pasar por aquella casa, pero entró y lo primero con lo que se toparon sus ojos fue un pequeño papel en el suelo. Un folio con caligrafía impecable y algo cursiva, y un ligero olor a vainilla impregnado, que decía así

--El mejor consejo que te puedo dar es: vive. Haz que cada nanosegundo de tus días tenga un propósito. Ríe, corre, llora, haz el amor, bebe, viaja. Haz todo lo que se te antoje, y si te rompen el corazón dolerá, oh querida, ya lo creo que dolerá, pero te recuperarás y tendrás otra historia que contar. Pero sobretodo, siente. Siente la lluvia corriendo por tu cara en esas tormentas veraniegas, siente tu pelo erizarse cuando notes un ligero roce en el cuello, siente las ganas de rodar cuesta abajo en una colina verde solo porque la hierba tiene un encanto especial y nunca has sido de pensar las cosas dos veces. Porque el peor sentimiento que puedes tener no es el desamor, ni la decepción, ni nada de esas cosas que nos intentan vender en las películas románticas ; el peor sentimiento es la nada. El subconsciente indicándote que algo esta mal, como cuando te olvidas algo en casa, pero no sabes que es, ni lo puedes arreglar. Esa sensación de que no perteneces a tu propio cuerpo, ni a ningún sitio. Plantearte que sentido tiene tu existencia desde un punto de vista tan objetivo que aterroriza. Sentirse extraño consigo mismo, eso es lo peor que puedes pasar. No compruebes nunca como es, no caigas en la indiferencia de la gente necia, siente todo el universo, bueno y malo. Y hazlo pronto, que la vida se acaba.
Dobló el papel por la mitad, se miro al espejo que había enfrente de sí, y enjuagándose una lágrima furtiva no pudo evitar sonreír.

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